Publicado por el Diario El País Un año y medio después de la irrupción del COVID-19 en el país, la economía uruguaya se encamina lentamente a recuperar el ritmo de actividad que tenía previo a la crisis sanitaria. Si bien la pandemia impactó fuertemente en el Producto Interno Bruto (PIB) en 2020 -cayó 5,9%, el descenso más grande desde 2002- las expectativas para el último trimestre de este año son un poco más alentadoras. El pasado viernes 10 de setiembre en un evento en la Expo Prado, la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, dijo que estiman que el PIB crecerá 3,5% en 2021. Por su parte, el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) prevé un crecimiento semejante y entiende que hacia fines de este año el nivel de actividad será similar al que tenía el país en diciembre de 2019. La crisis sanitaria supuso un fuerte golpe, sin embargo, el director ejecutivo del CED, Agustín Iturralde manifestó -en el marco de un evento organizado por el CED y la Fundación Konrad Adenauer en la Expo Prado- que los problemas económicos “van a ser básicamente los mismos” dado que si bien la pandemia “agudizó y aceleró” las dificultades preexistentes, “no hay nada novedoso” en cuanto a los desafíos que tiene que enfrentar el gobierno. ¿Qué cambió entonces? El escenario internacional y el tiempo que le queda a las autoridades del gobierno para implementar los cambios estructurales anunciados. “Es probable que Uruguay al final tenga que elegir qué objetivos va a perseguir con más insistencia”, afirmó Iturralde. El aumento en los precios de las materias primas, las tasas de interés en niveles históricamente bajos y la estimación de que la gran mayoría de los países recuperaría su actividad económica este año, hacen que la coyuntura externa sea favorable para Uruguay y según Iturralde “tiene que ser aprovechada”. Sin embargo, de acuerdo con el director del CED “la gran pregunta que queda instalada” es hasta cuándo va a estar planteado ese escenario externo. El contexto internacional “luce razonablemente estable pero no podemos soñar con un contexto de 10 o 12 años de buenos precios” de los commodities. Hay que ser más pesimistas al respecto y hay señales de que esto no dura para siempre”, explicó en alusión al progresivo aumento de las tasas de interés de los países emergentes y al debilitamiento del dólar en Uruguay. Mejorar la competitividad, bajar la inflación, recuperar los niveles de empleo y lograr una consolidación fiscal son los cuatro desafíos más importantes que tiene el gobierno -y que ya tenía previo a la pandemia-, según Iturralde. En relación al primer reto, el director del CED indicó que “no es razonable pedirle al tipo de cambio que resuelva problemas de competitividad (que son) más profundos”, ni que resuelva “brechas cambiarias muy marcadas con nuestros (países) vecinos”. Para Iturralde, el país hoy “no tiene un desalineamiento cambiario con el mundo”, aunque sí con Brasil y Argentina pero dijo que “no hay mucho para hacer desde el lado de Uruguay en ese sentido”. En tanto, los otros tres desafíos planteados “sí parecen estar más en el mapa de lo que el gobierno quiere priorizar”, sumado a una política salarial “austera” que acompañe esos objetivos. “Se nos hace imprescindible avanzar en una agenda económica uruguaya con mucha más potencia y fuerza”, sentenció Iturralde y dijo que el país debe aprovechar que va a salir de la pandemia “sin un daño económico permanente”. Si bien destacó que hay temas clave que ya están en la agenda del gobierno, tales como la educación y la inserción internacional, afirmó que hay otros asuntos pendientes como la modernización de la regulación del mercado laboral y la “carestía” del país. Según Iturralde, si se logran atacar esos dos aspectos, se podrán “recomponer niveles de competitividad de la economía en el mediano plazo”. Por su parte, el economista Germán Deagosto puso el foco en la recuperación pospandemia y señaló que esta será “en forma de K”, lo que supone un desacoplamiento y un aumento de la desigualdad tanto entre diferentes segmentos de la población como en los distintos sectores de la actividad económica. La recuperación “va a exacerbar desigualdades” y eso a su vez “va a dificultar y alimentar nuevas demandas de aseguramiento redistributivas”, afirmó Deagosto. Según el economista “la resaca de las pandemias” proyecta “una larga sombra de inestabilidad social”, cuyas consecuencias se ven aproximadamente a los dos años de terminada la pandemia. “Vamos a enfrentar un mundo que es más cerrado, más proteccionista, más enfrentado, menos cooperante y más desigual”, sentenció. El gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton, Nicolás Cichevski afirmó que la agenda de desarrollo de Uruguay para los próximos cinco años “es similar” a la que había en 2019 previo a la pandemia. Lo que cambió “es el énfasis”, indicó el economista. A su entender, mientras que en 2019 la agenda estaba enfocada en la competitividad, la pandemia trasladó el desafío principal al empleo. Por último, la asesora económica de la Cámara de Comercio y Servicios, Ana Laura Fernández señaló que aunque algunos desafíos “se han exacerbado” por la pandemia, “las barreras de competitividad y productividad” que enfrentan las empresas uruguayas siguen siendo las mismas que tenían previo al COVID-19. Modernizar el funcionamiento del mercado de trabajo, la modificación de las negociaciones salariales, la política de inserción internacional y la promoción comercial fueron los aspectos destacados por Fernández como fundamentales para mejorar la competitividad de las empresas uruguayas.