Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
¿Qué consenso?
02/09/2022
Está previsto que en 2023 se comience a aplicar gradualmente la transformación educativa propuesta por el Codicen. En estos días hemos asistido a marchas y ocupaciones en reclamos de que esto se postergue para 2024 dado que se “requiere mayor diálogo” y hay que “buscar puntos en común”. En estas líneas voy a argumentar porqué creo que es una muy mala idea hacer del consenso un fin en sí mismo. En los últimos días di con un documento cuasi humorístico de la “Internacional de la Educación de América Latina”, una red de sindicatos de la educación que está integrada por Fenapes y la Federación Uruguaya de Magisterio. Tiene un título muy largo y grandilocuente: “La Política Educativa en Uruguay. Experimentos y alianzas internacionales para lucrar con el derecho a la Educación”. Viendo la agresividad, dogmatismo y falta de honestidad intelectual de los autores, cuesta mucho creer en algún consenso con este tipo de miradas sobre los cambios que la educación necesita. Si olvidamos que es en serio, el documento es realmente muy divertido. Se acusa de conspiración internacional apoyada por los grandes poderes ocultos a cualquier intento de aportar a la educación uruguaya por fuera de lo tradicional. Obviamente Eduy21 es planteado como el demonio, al igual que el BID, la OCDE, ReachinU, Enseña Uruguay y Ánima. Nadie, ni desde la sociedad civil o desde las empresas, tiene legitimidad para hacer ni aportar nada. Quien lo haga es sospechoso de querer destruir la educación pública. Pero lo insólito del documento es que descalifica también iniciativas públicas y estatales, que rompen la lógica de hace un siglo que impera en la educación uruguaya. El Ineed y (escuchen bien) el Plan Ceibal son etiquetados como “experimentos educativos favorables con los negocios de la educación”. El espíritu reaccionario es absoluto y no admite fisuras en ese documento. ¿De verdad les parece razonable seguir postergando cambios en la educación en la búsqueda de acuerdos con estas miradas? Claro que haciendo memoria no nos podemos sorprender tanto. El Plan Ceibal sufrió, y como vimos más arriba aún sufre, descalificaciones varias desde actores sindicales. Solo fue posible llevar adelante algo tan revolucionario como el Plan Ceibal porque se optó por una implementación por fuera de la institucionalidad de la educación. No hubo consenso ni con un gran diálogo nacional para implementarlo, de haber sido esta una condición no hubiera habido Plan Ceibal. El consenso no es bueno per se. Claro que es deseable en principio. Ojalá podamos tener más temas en los que todos acordemos soluciones. Pero cuidado, cualquier transformación verdaderamente profunda despierta resistencias. Desconfíen siempre de quien les diga que está haciendo un cambio profundo en algún tema y no despierte algunas resistencias. Pero además los principales consensos que hoy tenemos no fueron grandes acuerdos en su origen. Fueron políticas llevadas adelante por un gobierno que a la larga fueron aceptadas por todos. La educación se pensó para un mundo que ya no existe. Los jóvenes desertan porque sienten que no les sirve para nada mucho de lo que se les da. Es una urgencia moral avanzar con los cambios curriculares.