Columnas de Opinión

Diario El País Uruguay

Agustín
Iturralde

Director Ejecutivo

Un Mundial que nos sirva

10/02/2023

El año que viene se definirá dónde será el Mundial 2030, y parece bastante cierta la posibilidad de que venga para esta parte del mundo. De concretarse, el mundial será un tema casi excluyente durante los próximos seis años. Mirando las experiencias en este tema cabe preguntarse si nos sirve hacerlo. Mi respuesta corta es sí, pero no a cualquier precio. Los antecedentes de países en desarrollo organizando mundiales son bien complejos. Los casos de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 dejaron un legado dudoso. Parece claro que los gobiernos de esos países, enamorados por la idea de traer la fiesta a su casa “tiraron la casa por la ventana”. ¿Qué es lo que no hay que hacer? A toda costa hay que evitar los “elefantes blancos”: estadios u otras infraestructuras que se construyen para el mundial pero que no tienen utilidad razonable luego que se termina. El estadio América das Dunas de Natal, recibió cuatro partidos en el Mundial Brasil 2014, el último el inolvidable encuentro en que le ganamos 1 a 0 a Italia y Suárez fue sancionado por la mordida a Chiellini. Hoy en día en ese estadio solo juega habitualmente un equipo de la C brasilera. Muy similar es la situación del Arena de Pernambuco y el Arena de Amazonia construidos también para Brasil 2014. En Sudáfrica también se pueden encontrar situaciones similares. El Mundial en casa, si se da, tiene que ser una oportunidad para dar un salto de calidad en cierta infraestructura que tenga sentido para el país más allá del mundial. Según publicó Agustín Bergengruen en La Diaria, ese fue el caso de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos 1992. Esa ciudad “usó los JJOO como un vehículo para su plan en vez de que los JJOO utilizaran a Barcelona”. Gonzalo Márquez, economista experto en movilidad, decía hace unos días que de concretarse el Mundial 2030 en nuestra región, deberíamos hacer el tranvía por Av. Italia que hace tantos años se habla. Ese es el tipo de obras de infraestructura pendiente que un evento de esta magnitud nos debería ayudar a concretar. Los estadios, las rutas y las inversiones en movilidad que se hagan para el mundial tienen que ser mantenibles y provechosas para la vida del Uruguay después que se apaguen las luces de la fiesta. Y sí, organizar un mundial de acuerdo a nuestras posibilidades también implica colectivizar el esfuerzo. Sería hermoso reeditar un mundial puramente uruguayo a 100 años del primero, pero ni siquiera con Argentina sólo parece demasiado viable. La forma que tienen los países democráticos, y que no son gigantes económicos, de hacer un mundial, es esta. Por algo los únicos países de dimensiones medianas o pequeñas que se embarcan en solitario en estos proyectos, hoy en día, son dictaduras que no deben rendir cuentas a nadie por sus proyectos faraónicos. Y una cosa más, claro que podemos organizar un mundial. El escepticismo que reina en algunos es una parte bastante negativa de nuestra idiosincrasia, de cierto culto a la medianía, de creer que acá no se pueden hacer cosas de excelencia. Sobran ejemplos en nuestra historia y presente de que sí somos capaces de hacer cosas de primer nivel. El mundial en el cono sur sería una oportunidad increíble de reconectar al fútbol con su esencia.