Hernán
BonillaPresidente y fundador
El lado correcto
23/05/2023
The Right Side of History es el título de un interesante libro del abogado, comentarista y escritor estadounidense Ben Shapiro que vale la pena leer. La tesis puede no ser el súmmum de la originalidad, pero la historia está bien contada, desde un repaso por la historia de las ideas a un análisis crudo y despiadado del presente. Y más aún, merece ser contada en tiempos en que suelen acaparar la atención las tesis que castigan la herencia cultural que construyó Occidente. Shapiro plantea su tema nítidamente desde la introducción: “Este libro argumenta que la civilización occidental, con sus valores, su razón y su ciencia, se construyó sobre bases muy sólidas que, lamentablemente, hemos olvidado, dando pie al desplome progresivo de lo mejor de nuestra civilización.” Más adelante identifica su origen: “Desde Jerusalén y Atenas, hemos cultivado la creencia en que la libertad bebe de dos ideas gemelas: la primera sostiene que Dios creó a todo ser humano a su imagen y semejanza; la segunda mantiene que los seres humanos somos capaces de investigar y explorar el mundo que ha creado Dios.” El libro, además de una historia del pensamiento occidental, con héroes y villanos, ahonda en las condiciones para vivir una vida que merezca la pena, siguiendo las definiciones aristotélicas. En particular afirma Shapiro: “La felicidad es la búsqueda de un propósito que dé sentido a nuestras vidas”. Luego se pregunta “¿qué necesitamos para generar ese propósito moral que siente las bases de la felicidad?”. Y responde: “En esencia cuatro elementos que se obtienen por dos vías: a título individual, necesitamos un propósito moral y la capacidad de perseguir dicho propósito, y a escala comunitaria, lo mismo, es decir, un propósito moral colectivo y una capacidad de perseguir colectivamente tal propósito.” El cristianismo aportó la fusión del pensamiento judío con el griego, según Shapiro: “La mezcla cristiana era mucho más judía que griega en su visión de Dios y de la búsqueda del hombre en el mundo, pero también mucho más griega que judía en su universalidad.” Posteriormente también aparece el aporte del liberalismo clásico y de la Ilustración (con sus luces y sombras) con lo que se sientan las bases del experimento norteamericano: “Los Padres Fundadores eran devotos de Cicerón y de Locke, de la Biblia y de Aristóteles.” “Por eso basaron su nueva filosofía nacional en las lecciones aprendidas de tal estudio: ley natural, derechos naturales individuales, gobierno limitado e inclusión de la virtud.” “Nuestra única alternativa es volver a los valores judeocristianos y a la razón griega” afirma Shapiro. “No es suficiente defender la utilidad de la Ilustración. La Ilustración era la planta baja del edificio, pero estaba apoyada en determinados pilares, en ideas fundamentales y premisas básicas que antecedían al Siglo de las Luces. Si queremos seguir construyendo, en vez de añadir más peso a una superestructura ya inestable, debemos apuntalar toda la estructura.” Acierta Shapiro al señalar el origen de muchos de nuestros problemas actuales y también la dirección en la que podemos encontrar algunas soluciones. En cualquier caso, es un libro polémico en tiempos en que la “tolerancia represiva” de Marcuse se confunde con la corrección política, limitando la libertad de expresión.