Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Que sirva para despertar
19/05/2023
Es probable que a fin de año un nuevo gobierno argentino, del partido que sea, sincere el tipo de cambio. Un tipo de cambio único estaría en “el medio” del oficial y el “blue”, lo cual reduciría la brecha cambiaria entre Uruguay y Argentina por dos vías. Primero por el salto de precios allende el Plata que implicaría un tipo de cambio oficial mayor; segundo por la menor cantidad de pesos argentinos que recibiríamos los uruguayos por cada dólar cuando cruzamos el río. En otras palabras, Argentina está tanto más barata que nosotros por razones estructurales (es un país estancado hace más de una década), pero también por elementos de política económica bien concretos que distorsionan la relación cambiaria bilateral. En concreto, la enorme mayoría de los precios en la vecina orilla están fijados considerando el “valor del dólar” oficial que está muy bajo, pero a los uruguayos “nos pagan” el dólar blue cuando vamos, que está por encima del “de equilibrio”. La sumatoria de este “doble subsidio” hace que nos resulte tan barato visitar a nuestro hermano mayor. Estas distorsiones absurdas, es muy probable que se reviertan en un mediano plazo. Con esto se aliviaría una parte del enorme problema que hoy sufre todo el comercio formal, en especial el del litoral de nuestro país. De todos modos no hay que ser autocomplacientes, el agravamiento del problema coyuntural no puede taparnos el problema estructural que tiene este país en cuanto a su nivel de precios. Contra Argentina estamos absurdamente caros más “por culpa” de ellos que nuestra, pero Uruguay tiene bienes transables de primera necesidad que son caros casi que contra cualquier país del mundo, y eso no tiene ningún fundamento macroeconómico. Esta situación bilateral tan adversa con Argentina debería servirnos para prender las alarmas y poner en marcha reformas pendientes. Argentina es ridícula e insosteniblemente barata para los uruguayos, pero esto solo agrava y deja al desnudo el problema de nivel de precios que Uruguay tiene estructuralmente. Este diagnóstico está cada vez más aceptado, si damos por buena la idea de que Uruguay es caro resta explicar las razones. Desde el CED venimos trabajando desde hace meses en este tema sobre la hipótesis de que en Uruguay tenemos un problema fenomenal de competencia. Muchos mercados (el de las frutas y verduras, el de los productos de higiene personal, el de los combustibles y tantos otros) son controlados por pocas empresas y que tienen barreras al ingreso de nuevos jugadores. En otras palabras muchos mercados oligopólicos con restricciones a la competencia. Trabajar sobre esto tiene un enorme potencial sobre la competitividad del país, y sobre el bienestar de la sociedad; claro implica pisar callos a unos cuantos. Si hay algo bueno de la enorme problemática del agua que estamos atravesando es que parece estar despertando a muchos que negaban o ignoraban el problema. De golpe, algunos que hace pocos años decían que esto no sería un problema por muchos años, concuerdan en la necesidad de abordarlos de forma grave y urgente. Así como la sequía nos concientiza sobre los problemas estructurales con el agua, los desajustes argentinos deberían activar las reformas para un Uruguay más barato.