Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Uruguay en un nuevo ciclo
19/08/2022
El mundo de tasas bajas y grandes precios ya está terminando. El dinero es más caro, las materias primas comenzaron a bajar y las proyecciones de crecimiento se ajustaron a la baja en todo el mundo desarrollado. En la región nuestros vecinos están envueltos en fuertes inestabilidades económicas y políticas. ¿Cómo recibe Uruguay esta nueva realidad? Empecemos por las buenas noticias. Uruguay realizó un proceso relevante de consolidación fiscal que despeja riesgos sobre el acceso a financiamiento. Mientras la mayor parte de los países bajaban su calificación, nuestro país la mantuvo y mejoró su perspectiva. Las mayores restricciones para financiarse no generan problemas para Uruguay. Sin embargo, la baja de los precios de los alimentos claro que representa un desafío. Los precios elevados permitieron que la industria agro exportadora alcanzara niveles históricos en 2021 y 2022. Este contexto de baja deja algunas preguntas, ¿hasta dónde bajarán los precios? ¿Cómo evolucionarán los precios relativos de los alimentos y la energía? En el contexto actual, el Centro de Estudios para el Desarrollo espera un crecimiento de 5,1% del PIB para este 2022 y de 3,2% para el 2023. El año que viene el grueso del crecimiento estaría sostenido por un impulso muy relevante de la inversión. La inversión pública, liderada por un importante desarrollo de infraestructura vial; sumada a la privada, que se espera en el marco de los proyectos aprobados en Comap, vuelven a poner un horizonte de crecimiento bien interesante para el próximo año. Sin embargo, lentamente la economía uruguaya parece ir convergiendo nuevamente hacia niveles de crecimiento estructurales apenas por encima del 2%. No hay ninguna posibilidad de que podamos satisfacer las expectativas de bienestar material de la sociedad uruguaya sin lograr un crecimiento más dinámico. No habrá mejores sueldos y jubilaciones y más recursos para la educación y la primera infancia con estos niveles de crecimiento. ¿Qué más podemos hacer para lograr ampliar ese horizonte de crecimiento? Una respuesta comprensiva no es nada obvia, pero sin dudas hay algunas cosas en las que nos pondremos de acuerdo. El gobierno tiene la necesidad de aprovechar su capital (político y tiempo) para acelerar las reformas que están al alcance. Tener en la agenda una reforma previsional y alternativas en materia de inserción internacional es un gran avance, pero también hay otros temas que requieren atención. Por ejemplo, preocupa particularmente los desalineamientos de precios con nuestros vecinos. Necesitamos con urgencia internalizar una nueva realidad que parece más estructural que coyuntural. En particular, el comercio minorista formal está sufriendo tremendamente. También la industria turística está desafiada en su esencia con una clase media argentina para la cual seremos cada vez más impagables. Trabajar para abordar estos desafíos es clave. El ciclo económico está en una nueva etapa de menores precios y mayores tasas. Uruguay recibe el contexto más adverso de buena forma. Sin embargo, de a poco volverá a converger en los moderados niveles de crecimiento que nos tiene acostumbrados. Toca poner el pie en el acelerador para lograr reformas que amplíen ese horizonte.