Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Buena fe
23/06/2023
El hecho político de la semana es el no préstamo del BID a la Intendencia de Montevideo. Si bien parece claro que no hubo ningún ofrecimiento formal, la IM aduce que hubiera podido obtener un crédito no reembolsable de USD 100.000 para afrontar la crisis hídrica, si el MEF le hubiera dado el visto bueno. Mucho condicional y politización para una discusión que a nivel político se viene empantanado, y aporta muy poquito sobre la verdadera problemática de las personas por el tema del agua. En corto, creo que simplemente se trata de un nuevo capítulo de la mala relación entre gobierno y oposición. No hay que dramatizar con estas cosas. Ni la politización barata de los problemas es algo nuevo, ni se viene el fin del mundo por estas cosas. Lo que sí parece es que en Uruguay se desbloqueó un nuevo nivel de confrontación, y que los habituales canales de diálogo están muy fríos. Mi hipótesis es que se trata mucho más de un problema de confianza personal que de polarización. Ciertos niveles de confrontación son saludables. El juego político los necesita para funcionar, la democracia representativa se sostiene en partidos y sectores que responden a sensibilidades que sean nítidamente diferenciables para las personas. Cuando las diferencias se difuminan y “todos son lo mismo” aumenta la abstención y la apatía. También aparecen los partidos antisistema que aspiran a representar a todos aquellos que no se identifican con el pensamiento predominante. Así que no habría que asustar-se tanto con un poco de polarización. Pero obviamente es una tensión difícil de manejar. La polarización excesiva también daña y mucho a la democracia. La falta de intercambios de buena fe entre adversarios políticos imposibilita acuerdos reales y productivos que también son necesarios para el funcionamiento razonable del sistema. Parecería que por estos días todo se trata de táctica, de sacar una pequeña victoria al rival en el tema del día. Lo que creo que tenemos en el sistema político de nuestro país no es un exceso de polarización sino una falta de presunción de buena fe. Ninguna de las partes cree realmente en la buena fe del otro, sino que intuye (a veces con buenos motivos) que el único interés es el rédito político y no solucionar el tema en cuestión. Mirando lo de estos días creo que es esto lo que está trancando cualquier cooperación más productiva entre gobierno y oposición. En este sentido este episodio no ayuda nada, USD 100.000 no son plata para nadie, menos para una Intendencia que recauda cerca de USD 2 millones por día. Nunca un reparto de agua de la IM puede depender de recibir o no USD 100.000. Es notorio cómo se buscó y se logró generar un hecho político para ganar puntos en la competencia de sensibilidad y eficacia en la crisis por el agua. Cuando hablamos de los problemas de relacionamiento entre el gobierno y la oposición, no apuntaría tanto al aumento de la polarización. No creo que sea grave ni sustancialmente distinto a cómo fue la política en Uruguay en otros momentos. Sí me preocupa la falta de diálogo, buena fe y confianza entre los principales líderes políticos de este país. Más teléfo-no y menos videos y cartas públicas.