Hernán
BonillaPresidente y fundador
La simpatía en Smith
08/08/2023
Retomando la serie con motivo de los 300 años del nacimiento de Adam Smith, vale recordar que en nuestro último aporte habíamos comenzado a analizar La teoría de los sentimientos morales, el primer libro publicado por el padre de la economía. Knud Haakonssen en su obra “La ciencia del legislador: La jurisprudencia natural de David Hume y Adam Smith” acierta en señalar que para Smith la armonía o la interdependencia entre las personas es la bisagra de todo el sistema de pensamiento. Señala Haakonssen que “el continuo intercambio está detrás de toda la cultura humana.” En la forma del trueque está detrás la explicación de la economía y a través de la empatía está detrás la moral. La clave para Smith está en que para que estos mecanismos funcionen debe existir plena libertad de comunicación de sentimientos y opiniones, solo así operará adecuadamente el orden espontáneo de la cooperación libre y voluntaria entre las personas que conduce a la armonía y la mejora de la sociedad. Este asunto es clave para comprender que no existe ninguna contradicción entre La teoría de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones, ya que buscan explicar dos fenómenos sociales distintos pero con una bisagra común; esa propensión del ser humano al intercambio tanto de sentimientos como de bienes y servicios. Esto no es un mero artilugio retórico, que el minucioso Smith no se hubiera permitido, es su explicación de fondo sobre la naturaleza de las personas como base para explicar el funcionamiento de las sociedades. David Hume, en una de las definiciones claves de la ilustración escocesa, escribió de forma sucinta y contundente que nuestra moral no es producto de nuestra razón. En una línea similar, Smith argumenta que nuestra moral se desarrolla en sociedad. El papel clave lo cumple la “simpatía” que en términos contemporáneo se traduce mejor por “empatía”. Para Smith cuando observamos el padecimiento de una persona: “La imaginación nos permite situarnos en su posición, concebir que padecemos los mismos tormentos, entrar por así decirlo en su cuerpo y llegar a ser en alguna medida una misma persona con él y formarnos así alguna idea de sus sensaciones, e incluso sentir algo parecido, aunque con una intensidad menor.” Y en otro pasaje comenta que la simpatía “puede hoy utilizarse sin mucha equivocación para denotar nuestra compañía en el sentimiento ante cualquier pasión”. Para Smith la simpatía nos permite ponernos en los zapatos del otro y empatizar con su situación, por eso comenta: “Cualquiera que sea la causa de la simpatía, cualquiera sea la manera en que sea generada, nada nos agrada más que comprobar que otras personas sienten las mismas emociones que laten en nuestro corazón y nada nos disgusta más que observar lo contrario.” Para nuestro autor el egoísmo es incompatible con su definición de simpatía, pero no lo es el amor propio, algo positivo e indispensable ya que, fiel a la base estoica de su moral, entiende que el primer deber y el primer aporte que cada persona realiza a la sociedad es el cuidado de sí mismo.