Me sorprendió mucho la reacción de los uruguayos ante las noticias vinculadas al Mundial 2030 conocidas el miércoles. Al menos en mis grupos de whatsapp predominó la frustración y la nula alegría por la parte que le toca a Uruguay. Estoy convencido que cuando pasen las semanas y miremos esto con más distancia nos daremos cuenta que se trata de una gran noticia para nuestro país. Como tantas veces las expectativas terminan condicionando los niveles de satisfacción, y en este caso las expectativas desmedidas terminan opacando una buena noticia. Pero vamos por partes, separemos tantos. Yo sí comparto con esta horda de indignados que el formato del mundial 2030 es bastante mamarracho. Se está estirando el negocio del mundial todo lo posible con un enorme riesgo de desvirtuar todo lo maravilloso que tiene el principal evento de la humanidad. La idea de un mes en el que se citan en un lugar del planeta los mejores del mundo para llevar adelante una competencia de primer nivel puede desdibujarse. Vamos a ver cómo sale el experimento de los 48 países que veremos a partir de 2026, pero todo me hace pensar que volverá muy aburrida la primera parte del mundial. Se agregarán una cantidad enorme de partidos sin mayor interés con equipos poco competitivos y sin ninguna posibilidad real de llegar a etapas avanzadas del campeonato. Esto de diluir geográficamente el evento creo que tampoco ayuda. En general me parece que, en el afán de agrandar el negocio, están jugando con fuego en esta experimentación que no parece muy sensata. Párrafo aparte para el inentendible criterio con que se decide que estos partidos inaugurales vengan a Uruguay, Argentina y Paraguay, pero no a Chile. Si el criterio era “un premio consuelo” para la candidatura fallida debía estar Chile; y si el criterio era un homenaje por el Centenario de 1930 con Uruguay, y quizás Argentina, bastaba y sobraba. Lo que todos sabemos es que no hubo ninguna otra lógica de que también el país del presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, tuviera su partido mundial en Asunción. Pero nada de eso es demasiado relevante de discutir como país. La FIFA es la que es. El asunto interesante de discutir es cómo se posiciona Uruguay en este contexto de la mejor forma. La candidatura de nuestra región es en este momento insostenible por la situación Argentina. Por su dimensión Argentina estaba llamada a cargar con el grueso del desgaste de la organización; y en las actuales circunstancias económicas y políticas no es ni posible, ni deseable, ni sería creíble que Argentina asumiera los compromisos necesarios. En ese contexto lo anunciado ayer es un gran logro. En el Mundial 2030 la pelota empezará a rodar en el Estadio Centenario en un partido de nuestra selección. En ese partido habrá una ceremonia de conmemoración por los 100 años de los mundiales que será seguida por millones de personas en todo el planeta tierra. Lo que esto representa tan solo en términos de marca país es importantísimo. Además siempre un evento de esta naturaleza es una oportunidad pa- ra modernizar infraestructuras y en es- te caso llevar al Estadio Centenario al primer nivel. Tendremos un pedacito simbólico y muy visible del mundial 2030. Menos de lo que muchos esperaban, pero lo único que estaba disponible. Ojalá pronto nos encontremos con una región mucho más sana y pujante que pueda aspirar razonablemente a traer un evento de esta magnitud a esta parte del mundo.