Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Pos pospandemia
30/09/2022
Los países periféricos, exportadores de materias primas ciertamente no fuimos los que nos llevamos la peor parte en el mundo pandémico y pospandémico que va llegando a su fin. Es cierto que los sectores populares sufrieron mucho los aumentos de precios de los alimentos y la energía, globalmente. Daba lo mismo agarrar un diario de Chile, Argentina, España o Alemania: uno se encontraba con gobiernos perdiendo elecciones dado el mal humor generado por el aumento del costo de vida. Sin embargo, también es verdad que los sectores exportadores de países como el nuestro se beneficiaron mucho de estos precios mayores. El ingreso de divisas generó apreciación monetaria, ingresos excepcionales para los gobiernos y tasas de crecimiento mejores que las previstas en varios casos. Esta dualidad económica en países como el nuestro no fue la regla en el mundo. En Europa las noticias económicas fueron malas sin atenuantes ya que son importadores netos de materias primas Hoy es un hecho que ese mundo pospandemia de precios altísimos se diluye, y estamos ante un cambio de tónica de la economía global. El resumen se esta nueva realidad es tasas altas, dólar fuerte y precios menores. ¿Cómo baja esa realidad a Uruguay? ¿Cómo nos pega, o no? Uruguay tuvo en 2021 y el primer semestre de 2022 un desempeño del sector agropecuario, y sobre todo una cosecha de verano casi irrepetible. Tanto en precio como en cantidad, muy buenos precios que pudieron ser aprovechados por los productores dado los grandes rendimientos de la producción. Para 2023 estamos esperando una buena tasa de crecimiento nuevamente, pero sin dudas sus fundamentos tendrán algunas variantes. No parece probable que el próximo año el sector exportador tenga un crecimiento relevante en comparación a este gran 2022. Sin embargo, sí esperamos que el 2023 si tenga otros elementos destacados, en particular la inversión. Se continuará con un fuerte empuje de la inversión privada al que se sumará un rol mucho más relevante de la pública, en particular en cuanto a la obra en vialidad. También deberíamos ver en 2023 un empuje mayor del consumo que sigue siendo el motor más rezagado. La recuperación salarial que habría comenzado el segundo semestre de este año y continuaría el próximo, permitiría que el consumo supere los niveles prepandemia. Tampoco esperamos una caída de precios de las materias primas tan significativa, existen fundamentos de la economía real que nos hacen pensar en precios estabilizados a un nivel más cercano a su promedio histórico. A su vez, las tasas de interés continuarán aumentando pero con un límite en cuyo horizonte ya se vislumbra una posible caída a partir de final del próximo año. En resumen, vamos hacia un mundo menos favorable para países de características similares al nuestro. Ya no estaremos en la pospandemia, sino en la pos pospandemia, con algunos problemas que todavía se arrastran de la etapa anterior pero en un escenario claramente diferenciado. Debemos calibrar bien esta nueva realidad para definir la política económica en los próximos años, pensando en como alcanzar un crecimiento lo más estable posible a pesar de las condiciones cambiantes que enfrentamos.