Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Suárez y nuestra irracionalidad
29/07/2022
El historiador israelí Noah Harari popularizó algunas ideas sobre cómo funcionan nuestras sociedades y cuánto queda de aquel homo sapiens recolector del paleolítico. Según él nuestros cerebros siguen siendo básicamente iguales y seguimos sintiendo una brutal atracción por los mitos y los héroes, nos encantan los mitos colectivos que nos unen y nos dan identidad. Creo que mucho de lo vivido en las últimas horas con la vuelta de Suárez al fútbol uruguayo se puede entender desde ese lugar. Todos, aún las personas más analíticas, somos bastante menos racionales de lo que nos gusta creer; y creo que el fútbol es una forma extremadamente civilizada de canalizar muchas de esas pasiones que aún viven en nosotros. Al menos, estaremos de acuerdo que idolatrar equipos y futbolistas es infinitamente más saludable que hacerlo con políticos. En 48 horas estará llegando Luis Suárez para sumarse a Nacional y la euforia es total entre los “bolsos” de este país. Esta persona, que marcó momentos dramáticos de las vidas de los uruguayos, llega antes de lo que nadie creía. Lo que está pasando amerita algunas reflexiones que intentan escapar de la evidente alegría que me embarga. Voy a intentar tres reflexiones desapasionadas sobre el episodio. Primero, no perdamos noción de la magnitud del hecho, quien quizás sea el mejor jugador uruguayo de la historia, vuelve a Uruguay directo desde el primer nivel del fútbol europeo, sin escalas, y antes de un mundial. No conozco a nadie, que siga el fútbol y entienda como funciona, que creyera realista soñar con esto ahora. Lo más lindo de todo el episodio es el romanticismo, por el rol inédito de los hinchas y en la propia decisión del jugador. Él elige algo que no es ni remotamente su óptimo económico, pero en el convencimiento que son otras cosas las que gana. También acá vive el sapiens primitivo al que, por fuera de la “racionalidad”, le vale mucho la pertenencia y el cariño de “la tribu”. Segundo, lo que ya está viviendo el fútbol uruguayo es también inédito. Tenemos la mirada de medios deportivos internacionales sobre nuestro país, el valor económico del fútbol uruguayo crece con la llegada de Suárez. Esto es una oportunidad, no solo para Nacional, para jerarquizar y valorizar el producto fútbol uruguayo. El tercer punto que quiero destacar es algo menos obvio. El episodio Suárez transformó la discusión pública, en especial en lugares tan polarizados como twitter. Por unos días vimos cómo el tema de conversación generaba encuentros inéditos, como “el boca” Andrade y Sebastián da Silva detrás de la misma causa. Fue refrescante ver cómo fracasaban los algoritmos y los me gustas y retuits rompían las alianzas previas. En Uruguay el fútbol, y en particular Nacional y Peñarol, son un corte transversal de la sociedad, un espacio de encuentro único y maravilloso. Un lugar donde nos hablamos el mismo idioma con otros que tenemos muy pocas otras cosas en común. Claro que hay violencia y muchas cosas para arreglar, pero sigue siendo un lugar estupendo para canalizar civilizadamente nuestra irracionalidad primitiva. La vuelta de Suárez está dejando ver algo de lo más lindo de esos instintos.