Finalmente, Javier Milei se cruzó la banda presidencial y es el nuevo primer mandatario de la República Argentina. Ayer se conocieron las primeras medidas, en línea con lo anunciado en los meses previos y en el discurso de asunción, que pautan el reconocimiento de una realidad muy difícil en el corto plazo. Lo que sí parece claro es que por primera vez en mucho tiempo nuestros vecinos están mirando a los ojos sus verdaderos problemas. El discurso que brindó Javier Milei en el Congreso -más bien de espaldas al edificio y a los congresistas- no pudo ser más crudo. El panorama que describió el presidente es el de un país al borde del abismo y presto a dar un nuevo paso adelante. Los datos fiscales, la acumulación de letras del Banco Central, los datos más recientes de emisión y de inflación, las restricciones que existen a la movilidad del sector privado, incluyendo los topes de precios, las retenciones y los tipos de cambios múltiples y la cantidad de personas que viven de planes del Estado resultan apabullantes. “Prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable” expresó el nuevo mandatario y no faltó a la verdad. Que su anuncio de que no había alternativa a realizar un ajuste importante en el gasto público recibiera una ovación de las decenas de miles de personas que se encontraban en la plaza pública sí resulta toda una novedad. Que a diferencia de la estrategia seguida por Mauricio Macri al comenzar su gobierno, Milei haya preferido poner todas las cartas sobre la mesa aunque refleje un claro sesgo pesimista, también resulta algo nuevo. El reconocimiento de que la situación va a empeorar antes de mejorar es valiente y es lo que hubiera ocurrido con cualquier resultado electoral. Los próximos meses están jugados por la desastrosa gestión del gobierno anterior, probablemente con una aceleración inflacionaria con datos mensuales próximos a los comienzos de las últimas hiperinflaciones argentinas. Serán, por tanto, tiempos complejos y la población está informada al respecto. La llave del asunto la dio Cayetana Álvarez de Toledo en declaraciones recientes respecto a lo que va a vivir Argentina. Es necesario cambiar “Un sacrificio útil para evitar más sufrimiento inútil”. El sufrimiento que han padecido los argentinos en los últimos años, y bien podría decirse en las últimas décadas, ha sido totalmente inútil. Han vivido un proceso de destrucción económica sin razón de ser, consecuencia de una sucesión de malas políticas económicas que los han empobrecido miserablemente. El camino que se abre hacia adelante, de ser exitoso, propone nuevos sacrificios, pero que pueden valer la pena si es un último esfuerzo para sacar al país adelante. La apuesta es fuerte y su resultado incierto. Resta conocer mejor cuál es la propuesta de política económica de Milei, cómo se logra instrumentar, qué respaldo político tendrá y cómo lo digiera la sociedad. El camino, por tanto luce empinado, y es fundamental que logre vislumbrarse por parte de un pueblo ya muy sufrido que una nueva travesía en el desierto tiene un destino promisorio. Los próximos meses no solo marcarán al nuevo gobierno sino el futuro de mediano plazo para Argentina. De la capacidad técnica, pero esencialmente política, del nuevo presidente y su equipo, dependerán las posibilidades de que resulte exitoso.