Hernán
BonillaPresidente y fundador
La confesión de Dawkins
16/04/2024
El cristianismo es parte indisociable de lo que llamamos Occidente, en cualquiera de sus definiciones posibles. Dicho de otra manera, saquémosle a Occidente sus raíces cristianas y nos quedamos sin Occidente. Esto es reconocido por un gran número de autores que no necesariamente comulgan con la religión, más aún es aceptado incluso por algunos de sus enemigos más furibundos. Estamos, por tanto, ante una verdad histórica, más allá de nuestras preferencias. En una entrevista brindada hace dos semanas a la periodista Raquel Johnson uno de los más reconocidos defensores y propagandistas del ateísmo Richard Dawkins, autor entre otros libros de El espejismo de Dios, se reconoció como un “cristiano cultural”. Este polémico autor que ha defenestrado a la religión como un delirio y que no ha ahorrado adjetivos en su campaña de décadas contra el cristianismo, viene teniendo una deriva interesante en los últimos años, al reconocer sentirse a gusto en los países cristianos, tranquilo bajo las campanadas de una iglesia y hasta ha llegado a reconocerle virtudes a su objetivo de vituperación favorito. En esta reciente entrevista brindada el medio británico LBC, Dawkins expresa: “Sí creo que somos culturalmente un país cristiano. Me llamo a mí mismo un cristiano cultural” Abundando en este concepto acepta el autor: “Amo los himnos y los villancicos de Navidad y como que me siento en casa en el ethos cristiano; y creo que somos un país cristiano en ese sentido”. Este reconocimiento es valioso, indudablemente, pero más adelante viene lo mejor. El contraste que Dawkins marca entre el cristianismo y el islam, por cierto, es tan polémico como toda su obra: “Me parece que es fundamentalmente una religión decente, de una forma en la que creo el islam no lo es”. Dejemos para otro día el tema de la decencia del islam y quedémonos con la extraordinaria confesión de uno de los mayores instigadores del ateísmo en los últimos tiempos que le reconoce al cristianismo que es una religión decente, con todo lo que ese término conlleva en términos éticos y en su influencia sobre una sociedad en conjunto. El caso de Dawkins cierra perfectamente con la tesis de libro de Tom Holland titulado Dominio. Cómo el Cristianismo dio forma a Occidente, que comentamos hace unos meses en estas mismas páginas. Aún los acérrimos enemigos del cristianismo en Occidente lo critican y lo miden con parámetros cristianos, su ética es cristiana y sus convicciones sobre el deber del funcionamiento de una sociedad son esencialmente cristianas. El asunto de fondo es que todo lo que valoramos de la civilización Occidental, especialmente las libertades personales que han nacido y florecido en su seno, tienen origen cristiano. El Estado de Derecho mismo que preexistió a los estados nacionales es de origen cristiano, como ha planteado Francis Fukuyama en The Origins of Political Order: “Antes de nuestra era moderna más secular, la fuente más obvia de leyes justas fuera del orden político era la religión. […] El Estado de Derecho en Europa estaba enraizado en la Cristiandad.” El reconocimiento de Dawkins a lo bueno que ha dado el cristiano a Occidente es, por cierto, bienvenido. Quizá algún día, al escuchar un himno de los que tanto le gustan en una iglesia, le alcance otro tipo de revelación más profunda y removedora.