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Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Fin de ciclo
22/08/2025
as elecciones del domingo hicieron que alguna parte de la élite uruguaya atendiera brevemente a un país del que hablamos bastante poco: Bolivia. En un cambio político inusual, el 90% del parlamento de Bolivia pasó a estar controlado por partidos del centro hacia la derecha. Si bien todo es más complejo, las razones de fondo no parecen tan novedosas. Bolivia enfrenta la peor crisis económica en 40 años. Con la inflación del 25%, el dólar intervenido por su escasez, problemas con el abastecimiento de combustibles y muchas otras dificultades, ya nadie puede ocultar que el modelo explotó. Evo Morales y Luis Arce se llenaron la boca años con el “modelo económico social comunitario productivo” que Bolivia ofrecía al mundo. Nunca hubo nada especialmente meritorio en lo que sucedió en Bolivia. Como en toda la región, lo que hubo fue un volumen de ingresos extraordinarios por el boom de materias primas que la región disfrutó desde 2003 hasta 2014. Hasta entonces Bolivia había mantenido cierto nivel de orden macroeconómico, a partir de 2015 se apuntó a inflar artificialmente la economía alcanzando un déficit fiscal de 8% del PIB. Esta locura le permitió fantasear unos años más diciendo que eran un “un oasis económico regional”. En ese contexto ocurrieron las elecciones de 2019 en las que el gobierno de Evo Morales cometió fraude para evitar la segunda vuelta, pero terminó finalmente exiliado. Y la repetición de 2020 cuando Morales no pudo, pero si su designado Luis Arce triunfó con claridad. Pero la realidad económica no entiende de relatos, es más terca y simple. La cosa terminó de la única forma que puede terminar cuando se hace como si no existiera la ley de gravedad. No hay relato político ni batalla cultural que pueda contra la destrucción económica que hunde a la gente en la pobreza. Ante tal desolación, luego de casi 20 años de gobierno del MAS, las personas emigraron masivamente hacia otros partidos. Quienes salieron primero, segundo y tercero en la elección siempre fueron nítidos opositores al régimen de Morales. Claro que recibieron la ayuda de la fragmentación de la izquierda en tres: el candidato oficial de Arce, Andrónico Rodriguéz (que votó 8%) y Evo Morales llamando a anular, opción que obtuvo cerca del 20%. La sumatoria de las tres expresiones se ubica cerca del 30%. Nada despreciable, pero mucho menos del 55% que obtuvo el MAS hace 5 años. Ni en su mejor sueño la oposición imaginó este ballotage. Pero cuidado, más temprano que tarde Bolivia tendrá que sincerar su economía, equilibrar sus cuentas y aumentar el tipo de cambio. Este ajuste lo hará el próximo gobierno o la realidad lo seguirá imponiendo en cámara lenta. Escuchando a los candidatos que se enfrentarán, da algo de esperanza que parecen tener algo de conciencia de la situación. Ninguno llega con un discurso populista como estábamos acostumbrados. La gran duda será la capacidad política de ordenar la economía y atraer inversiones y empleos; sin que mientras esto ocurra la inestabilidad política se adueñe del país. Evo Morales parece estar volviendo a la fuente, luego de haber sido el más exitoso y beneficiado actor de la democracia boliviana, sale del sistema para boicotearlo, como en su juventud.