Hernán
BonillaPresidente y fundador
Las sociedades abiertas
25/10/2022
Johan Norberg es uno de los autores contemporáneos más interesantes en la tradición del liberalismo clásico. Algunos de sus libros más conocidos son “En defensa del capitalismo global” y “Progreso”. Su último libro, ciertamente el más ambicioso, es “Abierto: La historia del progreso humano” de 2020. Lo que busca explicar Norberg en su última obra es cuál es el factor clave que lleva a que los países experimenten períodos de desarrollo y otros de involución y argumenta que es la existencia de “instituciones abiertas”. Ciertamente en esta definición hay una influencia popperiana, respecto que las sociedades abiertas son aquellas que no tienen un fin predeterminado, a diferencias de los organismos que tienen una idea unificadora o un plan colectivo. En palabras de Norberg: “Mi argumento es que bajo instituciones abiertas las personas resolverán más problemas de los que crean, sin importar sus características personales, y aumentará la chance de que los caminos de personas con diferentes características confluyan, y que sus ideas y esfuerzos puedan converger de manera fértil.” Para Norberg, las sociedades prosperan cuando las instituciones abiertas permiten la libertad de comercio, de migración y de pensamiento. A lo largo del libro expone ejemplos en que diversas sociedades prosperaron en períodos de apertura y retrocedieron o se desplomaron en períodos en que pasaron a tener instituciones cerradas. Ahora bien, ¿por qué una sociedad podría querer cerrarse si resulta tan abrumadoramente positivo el camino de la apertura? La respuesta de Norberg es que, así como los seres humanos son comerciantes por naturaleza -como ya había señalado Adam Smith- también tienen un instinto tribal, con el “potencial de derribarlo todo”. Así como la Libertad genera las oportunidades que han hecho posible el mundo moderno que conocemos con mejora extraordinaria de la calidad de vida todos los países que la han experimentado en algún grado -a mayor Libertad claramente se verifica un mayor desarrollo- también genera temores que pueden volver a las personas reacias a las incertidumbres. Como explica Norberg: “La Libertad no nos da certeza y control, pero hace algo más importante: deja espacio para lo impredecible e imprevisto, y ese es el único espacio del que podemos esperar el progreso y las soluciones a nuestros problemas.” La primera parte del libro está dedicada a experiencias históricas y la elaboración teórica de cómo las instituciones abiertas llevan al desarrollo. La segunda se centra en como nuestros instintos tribales juegan para frenar o incluso revertir ese desarrollo. Sobre el final, el autor reflexiona sobre los riesgos que representan los populismos y autoritarismos en su intento de cerrar las sociedades explotando el miedo de los votantes. Su respuesta es que debemos energizar el debate sobre la importancia del Estado de Derecho y los frenos constitucionales al poder de los gobernantes. Ciertamente un argumento dentro de la mejor tradición del liberalismo clásico que, pese al paso del tiempo, no solo no pierde vigencia sino que se vuelve cada vez más relevante. La historia que cuenta Norberg merece ser leída y su prístina lección reconocida para saber manejarnos en este tiempo que nos toca vivir, cargado tanto de desafíos como de oportunidades.