Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Que lejos queda Brasil
06/10/2022
Qué poco seguimos lo que pasa en Brasil! Los uruguayos que somos adictos a la política estamos al tanto de la disputa interna de la UCR argentina en la Provincia de Buenos Aires, pero no somos capaces de nombrar a políticos brasileros más allá de los 4 o 5 principales. La barrera idiomática ha sido un océano y muchas veces recibimos lo que pasa acá al lado filtrado y simplificado a la N. Hace unos días me encontré con un informe de la BBC en español sobre las elecciones brasileñas que era un rejunte de lugares comunes, simplificaciones y condescendencia primermundista para con los latinoamericanos. Ya sabemos que muchos anglosajones suelen mirar estas zonas del mundo de una forma en la que nunca mirarían sus propios paises. Festejan régimenes y candidatos pintorezcos que no admitirían ni 3 minutos por allá. La caricatura más extrema de todo esto ha sido los brindis de Roger Waters por los dictadores y hambreadores de izquierda del mundo, en particular con Maduro y el chavismo. Que desprecio me da los que romantizan experiencias exóticas en otros lugares que nunca admitirían para su país, pueblo o familia. Sin embargo, esta vez la condescendencia para con los brasileros creo que no vino solo del mundo progre biempensante. La mirada de ciertos círculos liberales uruguayos sobre Brasil también tuvo mucho de celebrar cosas que no admitiríamos por acá. No puedo dejar de entender la simpatía para con Bolsonaro de algunos cómo condescendencia para con el Brasil: “allá no es tan grave allá“. Bolsonaro puede tener su lado pintoresco, de lejos, se puede valorar cierto impulso reformista en lo económico, pero tiendo a pensar que muchos de los que festejan esto para Brasil se opondrían ferozmente antes de admitir algo parecido en Uruguay. No hay nada de liberal en avasallar la separación de los poderes, reivindicar la tortura o denigrar sistemáticamente a la prensa. Bolsonaro es, sin dudas, un político iliberal. Su gobierno implicó un deterioro de la democracia brasileña. Al igual que otros populistas, Bolsonaro es un Presidente que ganó elecciones libres pero que claramente no cree en la democracia y que su gestión la desprecia en cada oportunidad que encuentra. Estas miradas no hay que confundirlas con la de los intereses. En principio, para el Uruguay la reelección bolsonarista parece un mejor escenario. Con Guedes en el Ministerio de Economía aumentan las posibilidades de un Mercosur más abierto y flexible tal como el Uruguay reclama desde hace varios gobiernos. Lula parece más alineado con la visión más regionalista y proteccionista en el bloque. Los intereses son un argumento legítimo para desear el triunfo de uno u otro. La política internacional se mueve por intereses y no por afinidades ni ideas. Parece razonable que muchos desde Uruguay miren a Brasil priorizando “lo que nos conviene”. Lo que no encuentro razonable de gente pretendidamente liberal es la romantización de este energúmeno. En 23 días Brasil tendrá que elegir entre dos malos candidatos. Mi opinión irrelevante es que uno de los dos es más peligroso que el otro. Pero mi llamado en estás líneas es a no ser esos gringos condescendientes para con otro país. Debemos preguntarnos, ¿yo aceptaría para mi país esto que me hace gracia en otro?