Columnas de Opinión

Diario El País Uruguay

Agustín
Iturralde

Director Ejecutivo

Comencemos por lo concreto

20/01/2023

Llamativamente, o no, la entrada de Mujica en la conversación pública en el arranque del 2023 fue una brisa de aire fresco. En medio de salidas de tono varias de actores políticos las interacciones de los Presidentes Mujica y Lacalle mejoraron un poquito el nivel general. La delegación que conformaron, junto con el Presidente Sanguinetti, para representarnos en la asunción del Presidente Lula da Silva fue el punto más notorio. Pero Mujica también dio alguna entrevista en la que se refirió al gobierno y al Presidente de la República con natural distancia pero sin la adjetivación barata a la que nos veníamos acostumbrando. Sin embargo, hecho el elogio, creo que el Presidente Mujica vuelve a empujar al Uruguay a un camino de la inserción internacional que debemos evitar. Por estos días, y avalado por su buen nombre entre los gobiernos progresistas de la región, Mujica está promoviendo un relanzamiento del bloque. En distintas notas viene recordándonos la importancia de unirnos, hace unos días decía a En Perspectiva: “creo que juntar nuestras debilidades para defendernos no es una cuestión de izquierda de derecha o de izquierda, sino de ser o no ser en un mundo que se viene”. Es muy bueno que estemos todos de acuerdo que el MERCOSUR funciona mal, y son compartibles estas palabras, el problema es cuál es el mejor camino para la verdadera integración. Lo que me preocupa es que en las ideas que manejó el expresidente aparece nuevamente el romanticismo trancador de aspirar a símbolos supranacionales en un bloque que ni siquiera resolvió lo más básico de la integración. Resulta casi ridículo escuchar hablar de una bandera o un himno en común mientras siguen existiendo las licencias de importación no automáticas y nuestros ciudadanos pueden tener que esperar hasta días para cruzar un puente que nos une. El Mercosur es hoy menos importante en la vida real que hace 25 años, la proporción que representa el comercio intrabloque sobre el total del comercio de los países integrantes ha venido cayendo. Lo que sería sensato pedirles a los gobernantes que proclaman el amor por la integración es empezar por lo concreto, por lo que es más aburrido pero que cambia cosas concretas en la vida de las personas. No me niego a los símbolos comunes, quizás funcione en el largo plazo. Pero empecemos por erradicar las filas interminables en las fronteras internas, por armonizar normas técnicas y habilitaciones bromatológicas que permitan liberar completamente la circulación de bienes o por acelerar la revalidación de títulos universitarios para que los profesionales puedan circular mucho más. Prioricemos la agenda de las personas, de las empresas y de los trabajadores. La agenda que permita ir y volver de un país al otro del bloque de la forma más simple, rápida y económica. Que permita trabajar de un lado y del otro sin grandes trámites, que aumente la posibilidad de que la vida, los negocios, los estudios y las relaciones de las personas fluyan entre un país y el otro del bloque sin las pesadísimas fricciones que hoy tienen. Para crear una bandera, o crear órganos verdaderamente supranacionales va a tener que correr mucha agua. La agenda de la integración de cosas simples y concretas es muy poderosa y en ella podemos estar todos de acuerdo: los que quieren el himno y la bandera común y los que no.