Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Falta mucho
10/06/2022
Entre vivir los cinco años obsesionado con el cálculo electoral y ser un romántico que nunca pone en la balanza ningún costo político hay alternativas, creo yo. Tras la victoria ajustada del gobierno en el referéndum de la LUC se instaló la discusión de qué debe hacer el gobierno. ¿”Poner la pata en el acelerador”? o ¿darse cuenta de que es muy poco su margen y que no hay margen para nada mínimamente impopular? Como argumentamos hace algunas semanas el Frente Amplio parece tener más claro su camino de acá al 2024, una estrategia simple de oposición y desgaste. La ausencia absoluta de voluntad para acercarse en el tema de la reforma de la seguridad social es la prueba cabal de que la oposición sí “adelantó los tiempos políticos”. La derrota por poco margen fue leída como una revalidación de una estrategia de oposición más dura hermanada al Pit-Cnt. La línea solo se profundizará y nadie parece cuestionar seriamente este camino desde adentro. En el gobierno parece menos claro el camino. Simplificando al extremo (las simplificaciones son odiosas pero útiles para ordenar ideas) dos corrientes de opinión parecen estar batallando. Por un lado “los idealistas”, que creen que pasada la instancia electoral toca ir más a fondo con los “deberes pendientes”: reforma de la seguridad social, reforma laboral y reforma educativa por nombrar los más obvios. Del otro “los políticos” que saben de la importancia de la delicada mayoría alcanzada. Estos empiezan a tener un ojo en 2024. Desde mi simple rol de analista claro que me siento mucho más identificado con el primer grupo. El bienestar de nuestra gente en el corto plazo está más determinado por factores externos, pero a la larga solo avanzar en una agenda ambiciosa de reformas económicas y sociales puede hacer la diferencia. Pero cuidado, respeto mucho a los otros. Es un error muy común de los analistas subestimar a los políticos. Esos políticos, los buenos, son los que tienen el apoyo de la ciudadanía y los que siguen de cerca el humor popular. En democracia, por suerte, para hacer y sostener reformas se necesita mucho manejo político. Sin embargo, creo que algunos no leen bien los tiempos de gobierno. No llegamos ni a la mitad, quedan casi tres años de gestión. En casi ningún otro país es normal estar hilando cálculos electorales tan finos más de dos años antes de que la gente vaya a votar. Al menos, este 2022 debería estar a salvo. Falta mucho, mucho. Bastante más de lo que se corresponde a cómo están actuando unos cuantos. De aquí a las elecciones va a correr mucha agua, muchas buenas noticias para unos y otros. Buenas noticias económicas, nuevos aumentos de precios, conflictos por cambios en la educación, problemas en seguridad, etc. Cambios de humor que nos harán pensar que en 2024 ganaran unos y otros. Falta mucho. Sería bueno que gobierno y oposición no adelanten tanto los tiempos electorales, se guarden un rato más la retórica polarizante y se enfoquen en el rol de cada uno en el abordaje de los 4 o 5 desafíos centrales que tiene el Uruguay. Pero en el caso de la oposición me queda claro que ya hay una decisión tomada: confrontar y desgastar de aquí al 2024. Ojalá todo el gobierno entienda que falta mucho y que hay varios deberes pendientes antes de entrar en los tiempos puramente políticos.