Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Aclara el horizonte
02/12/2021
Llegó el dato que tanto esperamos: el empleo está en niveles pre pandemia. Esto parecía muy lejano hace pocos meses. Ya es evidente que la recuperación económica viene más rápido de lo que todos esperábamos. En julio éramos pocos los que creíamos que Uruguay iba a tener un nivel de actividad similar al pre pandemia a finales de este año. Hoy es casi unánime que así será. A esta altura podemos pensar en un cierre del 2021 con un crecimiento del orden de 4%. Un aprendizaje de esto es que cuando se está en marcos tan desconocidos, como el que se generó en esta pandemia, hay que ir despacio con las conclusiones contundentes. Algún apurado, se precipitó a predicar sobre lo mal que iba la recuperación económica en Uruguay. Aprovechando los datos del primer trimestre de 2021, que sí fueron malos fruto de la nula temporada turística, se realizaron gráficas y escribieron columnas increíbles. Básicamente la conclusión era que la recuperación iba mal en cualquier comparación, y que la explicación era una política económica mala y avara. Que rápido están envejeciendo esas columnas. Algún apurado, se apuró a predicar sobre lo mal que iba la recuperación económica en Uruguay. Hoy, por primera vez desde que asumió el gobierno, el horizonte económico de los próximos 12 meses parece relativamente despejado. Un equipo económico que trabajó bajo fuego puede hoy mirar el 2022 con una sonrisa. Uruguay ya tiene niveles de actividad y empleo similares a los de antes de la pandemia; y más allá de cómo se distribuyan hay fundamentos para creer que entre 2021 y 2022 el PIB del Uruguay crecerá más de 7%. Este crecimiento es absolutamente necesario para seguir mejorando los aún bajos niveles de empleo y así recuperar el ingreso de los hogares que cae desde 2017. Pero el horizonte también parece aclarar en el terreno fiscal, un compromiso de campaña que se vio cuestionado por la dificultad de la pandemia. El último dato muestra que el déficit se redujo a 4,8% del PIB, eliminando el factor COVID, se vuelve cercano el objetivo de estabilizar la relación deuda sobre producto a partir de este 2021. De esta forma se aleja uno de los fantasmas que persiguió al equipo económico desde el día uno: la pérdida del grado inversor. Por más de que algunos románticos dijeran que la pandemia iba a volver comprensivas y flexibles a las calificadoras, lo cierto es que no tuvieron compasión y le bajaron la nota a muchos países comparables con Uruguay. La probable suba de tasas en el mundo volverá más exigente el acceso a crédito y revalorizará las distinciones entre países. En este contexto, Uruguay parece estar quedando muy bien parado al alejar la posibilidad de perder el grado inversor. Claro que ese horizonte que aclara sigue teniendo nubes varias. Por el lado de la inflación, hay un trabajo en marcha que aún no tiene sus frutos. Además el contexto externo, si bien seguirá siendo bueno, será menos favorable en el futuro. El horizonte más despejado no puede ser motivo para relajarse, sino para aprovechar la oportunidad. Los problemas estructurales del Uruguay siguen ahí y el 2022 debe ser el año de las reformas: seguridad social, inserción internacional, modernización de la regulación laboral, proyectos de infraestructura y algunas otras cosas. Ese es el camino difícil, pero el único verdadero para un crecimiento sostenible.