Agustín
IturraldeDirector Ejecutivo
Desatar vacas
07/04/2022
El martes terminó la emergencia sanitaria, pero la pandemia ya hace rato que no es el centro de las preocupaciones de las personas. Los precios y el poder de compra los temas que están ocupando el centro de la discusión. Hay algunas cosas claras en este tema, primero que hay un shock internacional que está empujando el precio de los alimentos y la energía. El enojo con el precio del pan, el aceite, la carne y la nafta lo vemos acá, en Argentina, España y EEUU. Pero también es cierto que Uruguay tiene problemas anteriores y estructurales que se agravan por la situación internacional. Uruguay tiene dos problemas distintos que tienden a confundirse: somos un país caro y tenemos una inflación alta. Son cosas distintas, los países nórdicos europeos son caros pero tienen inflaciones muy bajas. También puede suceder lo inverso. En el caso de Uruguay parecería que tenemos los dos problemas a la vez: un aumento de precios anual alto y un nivel de precios estructuralmente alto. Sobre lo primero es más conocida la discusión. Estas presiones internacionales de precios pegan fuerte sobre un IPC que nunca había descendido a valores razonables. En las actuales circunstancias los objetivos que las autoridades del BCU habían trazado no serán cumplidos y también está desafiada la recuperación salarial. Pero quiero concentrarme en el otro tema, en los problemas estructurales de nivel de precios. ¿Qué tan caro es nuestro país? ¿En qué somos caros? ¿Qué podemos hacer para tener precios menores? Sí, somos un país caro. No contamos con buenas estimaciones, pero las comparaciones entre países que incorporan “la paridad de poder de compra” muestran que Uruguay es significativamente más caro que sus vecinos más pobres, pero también que países como Chile. Las razones pueden ser varias y algunas difíciles de cambiar. La más obvia es la escala reducida, pero en algunos casos no parece que vaya por ahí. Desde el CED creemos que en Uruguay tenemos un problema de competencia en muchos mercados. Los combustibles, el transporte, frutas y verduras y muchos bienes importados de primera necesidad son mercados en manos de pocos actores que enfrentan poca o nula competencia; esto es, entre otras cosas, por restricciones a la entrada de nuevos jugadores. El caso de la pasta de dientes es el más conversado estos días. ¿Por qué un producto producido en Brasil e importado sin aranceles vale tanto más en Uruguay? Claramente hay un actor dominante que legítimamente pone sus precios. Aparentemente se está trabajando en algunos cambios regulatorios que permitan la participación de más actores en el mercado uruguayo para que nuestros consumidores paguen la pasta a un precio más parecido al que lo hacen nuestros vecinos. Pero esto es solo un ejemplo. En varios mercados que uno se aproxima se encuentran pocos jugadores y reglas que no incentivan la competencia. A veces son permisos difíciles de obtener, en otros son productores locales que inhiben las importaciones, también hay elementos burocráticos que complican la participación de actores chicos, y en otros directamente monopolioslegales. Si queremos un país más barato hay que empezar a desatar algunas vacas.