Columnas de Opinión

Diario El País Uruguay

Hernán
Bonilla

Presidente y fundador

El libre comercio triunfante

04/03/2025

El predominio del liberalismo en general y del librecambio en particular desde fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se debe al predominio de la escuela clásica de economía, que tiene entre sus antecedentes fundamentales a los fisiócratas y a David Hume, su progenitor en Adam Smith, su punto culminante en materia comercial con David Ricardo y su última figura, ya parcialmente herética, en John Stuart Mill. Smith estableció el criterio liberal en La riqueza de las naciones: “Ninguna regulación del comercio puede aumentar la cantidad de producto de una sociedad más allá de lo que su capital puede sostener”. Para Smith cualquier regulación al comercio no hace más que desviar recursos hacia usos antinaturales, vale decir, aquellos que no hubieran sido escogidos libremente por las personas y, por lo tanto, son menos productivos y en consecuencia empobrecedores de la sociedad. El análisis del comercio entre los países pudo avanzar aún más con el principal continuador en la tradición clásica sobre nuestro tema: David Ricardo sentaría las bases hasta nuestros días de la teoría del comercio internacional, explicando los intercambios a través de las ventajas comparativas. En esencia lo que explicó Ricardo es que aunque un país pudiera producir en forma más eficiente que otro todos los bienes, ambos pueden beneficiarse de la especialización y el intercambio. En sus propias palabras, analizando el caso de dos países afirma: “En un sistema de comercio absolutamente libre, cada país invertirá naturalmente su capital y su trabajo en empleos tales que sean lo más beneficioso para ambos. Esta persecución del provecho individual está admirablemente relacionada con el bienestar universal.” Antes de 1800 el crecimiento del producto por habitante de largo plazo era cercano a cero. Con el comienzo de la “revolución industrial” que fue posible gracias al afianzamiento de las ideas liberales, el establecimiento de los derechos de propiedad y la expansión del comercio internacional, entre otras causas, comenzaría el primer período de crecimiento sostenido en la historia de la humanidad. El proceso, más gradual que abrupto, cambió para siempre la percepción sobre la economía y las posibilidades de producción, consumo y desarrollo. Como comenta Roberto Cortés Conde: El hombre desde tiempo inmemorial consumía esfuerzos físicos en la producción de bienes. Había logrado ayudar a sus energías personales con la de los animales y en ciertas circunstancias con las del agua o el viento. Pero el que la energía fuera básicamente animal ponía límites difícilmente franqueables. Las máquinas superarían esa restricción. Las máquinas podrían mover el mundo. Pero ¿cómo se había llegado a estos prodigiosos instrumentos que superaban los esfuerzos animales? Lenta y gradualmente, la mayor de las veces por ensayo y error, se descubrieron nuevos mecanismos que se aplicaron a los procesos productivos: la máquina de hilar de husos múltiples y la de vapor, que incrementaron notablemente la capacidad de producción.” Se iniciaba una nueva etapa de la historia universal con más luces que sombras, que permitía divisar en el horizonte un futuro mejor de progreso y prosperidad creciente para un número cada vez mayor de personas. Pero el proteccionismo volvería a contraatacar, lo que nos permitirá seguir con el tema la próxima semana.