Columnas de Opinión

Diario El País Uruguay

Agustín
Iturralde

Director Ejecutivo

Desafío demográfico

18/07/2025

La realidad es implacable y la caída de la natalidad parece irreversible. En estos casos los enfoques normativos “necesitamos que la gente tenga más hijos” son menos útiles que los positivos “¿qué hacemos dado que la gente está teniendo menos hijos?”. Al menos una parte de la baja de la natalidad es una buena noticia. Menos embarazo adolescente y más mujeres planificando su natalidad. La mayor caída de embarazos en todos los países se da entre mujeres muy jóvenes y poco educadas. Se trata de un fenómeno global de todos los países de rentas medias altas y altas y sus causas profundas no son evidentes. La situación económica juega un rol sin dudas, pero dado a que los más pobres y en los países más pobres se siguen verificando mayores tasas de natalidad es claro que, al menos, interectúa con otras cosas. Cambios culturales, cambios en el ciclo vital por mayor esperanza de vida, revalorización del ocio y la mayor participación femenina en el mercado laboral remunerado sin dudas juegan un rol. Pero hay algo que si sabemos. Las políticas pro natalidad fracasaron, y en el mejor de los casos logran frenar la caída y no revertirla, con costos astronómicos. Según “The Economist” cada nacimiento adicional “logrado” por las políticas pro natalidad de Francia y Polonia cuesta entre 1 y 2 millones de dólares. No parece muy razonable este camino. Más útil que seguir horrorizandonos por la baja natalidad es adaptarnos al mundo que viene. La sociedad solo seguirá envejeciendose y muchos de nuestros arreglos sociales no están preparados para eso. Enfocarnos e invertir en adaptar nuestro mercado laboral, sistema jubilatorio y cuidados será en extremo más eficiente que pagar por tener hijos. Existen muchos deberes pendientes en Uruguay en este camino, pero hay tres que rompen los ojos. Si nacen tan pocos niños, al imperativo ético, se agrega un necesidad de cuidar como un bien público a los que si tenemos. El Uruguay sigue desamparando a una enorme proporción de los menores que viven en la pobreza. Ni hablar de un sistema educativo que sigue expulsando a la mitad antes de finalizar la educación media. Con cohortes tanto más chicas mantener esta realidad será un tiro en el pie. Segundo, un sistema jubilatorio más basado en el ahorro y mayores edades de retiro es básico. La reforma de Lacalle Pou sin dudas fue en el camino correcto. Ajustes evidentes sobre los que cuesta entender las críticas tontas de algunos que no entienden nada, y peor aún, el silencio cómplice con el populismo de otros que si entiendían. Tercero, abrazar el cambio tecnológico todo lo posible. La innovación tiene que promoverse y adoptarse para que el envejecimiento sea “más soportable”. Los aumentos de productividad necesarios solo serán viable si nos preparamos para subirnos a la ola y no luchamos contra ella. Como en tantos temas nuestros instintos pueden equivocarse. La evidencia es contundente en la ineficacia de obsecionarse con la natalidad, y más aún en pagar o exonerar por tener hijos. Mucho más útil, es el optimismo de entender que no se termina el mundo y que podemos seguir mejorando nuestros niveles de vida. Pero que para eso hay que adaptar nuestro mercado laboral, sistema jubilatorio, cuidados y educación al mundo que ya está acá.